martes, 13 de octubre de 2009

SONEXASTROFO


SONEXÁSTROFOS
Sonexástrofos. ¿Y qué es eso? No puede estar más claro. Es vocablo compuesto de sone: soneto; exa: seis, y strofo: estrofa. Poema compuesto de estrofas con fundamento y punto de partida, pero que en vez de cuatro estrofas, dos cuartetos y dos tercetos, lo integran seis: tres cuartetos y otros tantos tercetos. En suma, 21 versos en lugar de 14. Ahora bien, la disposición interior es muy curiosa. No se trata de una variante de soneto con estrambote. El estrambote, los estrambotes, porque en tal caso serían dos, van por dentro. Primero marchan los tres cuartetos, los dos primeros, generalmente, encadenados al uso clásico. Y cuando esperaríamos el primer terceto se insiste en otro cuarteto que inaugura nuevas rimas. Sigue un primer terceto, la otra variante del invento, inaugurando otra vez rimas que le anudan con el siguiente.. Y cuando todo parecería acabado viene el último terceto con otra rima nueva, y un verso viudo en el centro. Este es el esquema de uno de los sonexástrofos que, por capricho delicioso, inventa Sagrario Torres en su libro admirable “Esta espina dorsal estremecida”.

Se comprende que un poeta, puesto a hilvanar sonetos, desee variar entonaciones y orden de rimas y asimismo se comprende que llegue un momento en que necesite salirse por la tangente en uso de su perfectísimo derecho. Hay en el libro de Sagrario Torres otro ejemplo curiosísimo que, nos explica, no es deliberado, sino espontáneo y que tardó en darse cuenta de ello. Es un soneto sin sinalefas, asinalefático. Nos cuenta ella que no ha encontrado en clásicos y modernos ningún otro oejemplo, a pesar de haber recorrido miles y miles de sonetos, y así será.

Desde sus primeros siglos se escribieron sonetos con estrambote, palabra italiana como todo lo que al soneto se refiere. No cabe en el soneto todo lo que había que decir y se le cuelga una cola. Las más veces en son de burla. Otras variantes ensayan escapar del endecasílabo, ya ensanchando el verso, como los nobilísimos alejandrinos franceses o hispánicos del modernismo, ya estrechándolo a octosílabos o hexalsílabos o aún menores y mas delgados. Siempre, no obstante, queda el endecasílabo vencedor en riqueza y equilibrio de ritmo.

También se han hecho otras travesuras. Colgar el soneto de los pies, como por ejemplo, Verlaine, empezando por los tercetos y concluyendo por los cuartetos. O bien, quebrantando la disciplina rimada y liberando los cuartetos en rimas independientes. De aquí a la tentación de seguir con otro cuarteto más y dejar sólo disponibles los versos 13 y 14 para un pareado que cierra el seudo soneto como un cerrojo, no va más que un paso, el paso que dieron los poetas ingleses elisabetianos y que entre nosotros también algunos han practicado. Si bien, estos sonetos a la inglesa ya no son sonetos, quiero decir que carecen de algo esencial al soneto: su arquitectura y armazón, su unidad redonda que en ellos desaparece. .Pueden ser poemas bellísimos, como los de Shakespeare y tener su gracia rítmica propia, pero ya nada tienen que ver con la gracia y belleza del soneto italiano, español o portugués.

A mí el juego de Sagrario Torres me recuerda a la guitarra de Narciso Yepes, la de diez cuerdas. Suena más pero no mejor que la clásica. Es difícil que la complicada línea y curvatura interior del sonexástrofo no nos despiste y nos deje un tanto perdidos en sus revueltas. Pero como ella es tan inspirada cantora, sus tentativas ofrecen verdadero interés. Por otra parte, no siempre se atiene a un esquema como el que hemos descrito tan minuciosamente. Dentro de él hay también variantes, liberando más las rimas por ejemplo.

Voy a presentar una muestra del tríptico que dedica a Camilo José Cela.



Te dolieron las piedras más señeras
en derrota y olvido; las gloriosas
vendidas, sin bochorno, a poderosas
y apresuradas manos extranjeras.

Tu pena fue al castillo, a la espadaña
que fueron y no son; por darle vida,
has gritado con pluma estremecida
a ese Lázaro cuerpo de tu España.

Te acercaste a Fray Luis en los rumores
de tu alta soledad. Y, por humano,
al niño, al triste, al tonto fue tu mano
en abiertos y trémulos fervores.

Ver y sentir. Batir la dolorosa
sangre del pecho y de los pies, cansado
de revolar la charca hacia la rosa.

¿A qué arrecife llegarán un día
tus saladas cenizas? No habrá losa
que pudra tu gallarda españolía.

Siempre como la mar: cuna y no osario.
Así, clara y nutricia es tu palabra
sin posible responso funerario.

GERARDO DIEGO
9 de Diciembre de 1973