SONETOS A TOLEDO
II
Tajo furioso, atronador, teñido
sanguinolenta y aceradamente.
Soberano que tan gozosamente
toda gloria y poder se te han rendido.
Tú galopas como corcel tendido
y la espumosa crin, salvajemente,
sacude los peñascos del oriente
y en la vega reposas desceñido.
Tú sabes de estandartes y de cruces.
De piedras abatidas y elevadas.
De las tinieblas todas y las luces.
Nadie cambió tus rumbos, los primeros
de la arena y el agua bien trabadas
doblando como mimbres los aceros.
lunes, 24 de agosto de 2009
ritmos desde el péndulo de mi vida. soneto 56
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