UN BEBÉ SALVA A UN SUICIDA[1]
Al poeta Pascual Antonio Beño Galiana
Noche de la ciudad. Es triste. Fea.
La contempla el suicida entre cristales.
Lejos, veladas luces, funerales,
parecen alumbrar su loca idea.
Se sienta. Se levanta. Se pasea.
Cierra el libro donde puso señales.
Mira un retrato: ojos ideales.
Bebe un licor. Camina... se ladea...
Ha llegado la hora decisiva.
Entra en la alcoba de su insomnio y lucha.
Se acuesta. Toca el vaso... el comprimido...
De pronto, un bebé llora, techo arriba.
Alguien le canta. El suicida escucha...
¡Y se queda dulcemente dormido!
[1] 1.993
lunes, 24 de agosto de 2009
ritmos desde el péndulo de mi vida. soneto 7
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