SONETOS A TOLEDO
IV
Por tus siete colinas, capitales
pecados y virtudes te ciñeron.
Mística te elevaron, y pusieron
sobre tus hombros túnicas sensuales.
Te iluminó la seda y los metales.
El pincel y el buril se te rindieron.
Más que al jade y al mármol te pulieron
hasta hallar tus latidos vegetales.
Oriente y Occidente en tu destino.
Visigoda. Moruna. Castellana.
Ante tu puerta, como peregrino,
rindióse el oro de la Tropabana,
y las mejores perlas y el platino
carnal hicieron a tu piel cristiana.
lunes, 24 de agosto de 2009
ritmos desde el péndulo de mi vida. soneto 58
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