ATARDECER EN LOS PINARES, CON NIÑO Y MARIPOSA§
Por una franja de la luz voltean
blanquísimos insectos, a millares.
Sin el telón de fondo de pinares
no podríamos ver como se emplean
en danzar, en amarse, o se pelean
dando continuos saltos circulares.
Este pinar tan bello, estos altares
de la brisa que nunca se cimbrean,
van formando un estiércol permanente
del que nacen enfermas mariposas.
Vuelan a ras de suelo. Fácil presa
para el niño que atrapa a una doliente.
La acaricia con manos temblorosas.
Ríe. Le habla. Y, al final, la besa.
§ 1.993
lunes, 24 de agosto de 2009
ritmos desde el péndulo de mi vida. soneto 8
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